Cómo los volcanes forjaron la identidad de Lanzarote
Descubre cómo la actividad volcánica ha moldeado el paisaje, la cultura y la economía de Lanzarote, creando una identidad única, turismo sostenible y experiencias exclusivas en villas de lujo y casas de vacaciones.

Cómo los volcanes forjaron la identidad de Lanzarote
Lanzarote, parte de las Islas Canarias, debe su paisaje sobrecogedor y su forma de vida a sus orígenes volcánicos. A lo largo de millones de años, las erupciones fueron moldeando la isla, creando enclaves como el Parque Nacional de Timanfaya y los viñedos de La Geria. Estas erupciones también influyeron en los métodos de cultivo, la arquitectura e incluso el turismo, que hoy impulsa la economía insular.
Puntos clave:
- Paisaje volcánico: El terreno de Timanfaya, de apariencia casi marciana, y los tubos de lava como el de La Corona son maravillas geológicas.
- Innovación agrícola: Los viñedos de La Geria utilizan ceniza volcánica para cultivar uvas y elaborar vinos con un marcado carácter mineral.
- Evolución del turismo: Atracciones como la cocina geotérmica y los spas volcánicos atraen a los visitantes al tiempo que apoyan los esfuerzos de conservación.
- El impacto de César Manrique: La obra del artista integra elementos volcánicos en la arquitectura, preservando la belleza natural de Lanzarote.
- Opciones de alojamiento ecológico: Lugares como Finca La Corona ofrecen estancias sostenibles en medio de paisajes volcánicos.
La historia volcánica de Lanzarote no es solo un relato de destrucción, sino también de resiliencia y reinvención, que fusiona la belleza natural con la capacidad de ingenio de sus habitantes.
Los orígenes geológicos de Lanzarote
La formación de Lanzarote: un nacimiento volcánico
Lanzarote emergió de las profundidades del océano Atlántico a través de una serie de erupciones volcánicas submarinas. Al igual que las islas Hawái, debe su existencia a un punto caliente geológico bajo el fondo marino. Con el tiempo, sucesivas coladas de lava fueron construyendo la masa terrestre que hoy conocemos como Lanzarote. Gracias al clima árido de la isla y a la mínima erosión, sus contundentes rasgos volcánicos se conservan de forma excepcional, testimoniando sus orígenes de fuego.
Erupciones históricas y hitos
Uno de los episodios más dramáticos de la historia volcánica de Lanzarote es la erupción de Timanfaya. Entre 1730 y 1736, esta prolongada erupción transformó la isla, cubriendo una cuarta parte de su superficie, formando 33 volcanes e incluso añadiendo varias millas cuadradas de terreno nuevo. Ostenta el título de la mayor erupción histórica de las Islas Canarias y está considerada la tercera mayor erupción fisural basáltica del planeta en los últimos 1.100 años. El resultado creó la región de Timanfaya, un paisaje de coladas solidificadas, conos y cráteres que a menudo se compara con la superficie de Marte. Este periodo de intensa actividad dejó una huella imborrable en la identidad de Lanzarote.
Rasgos volcánicos y su importancia
El legado volcánico de Lanzarote ha dado forma a extraordinarios rasgos geológicos. Entre los más impresionantes se encuentran los extensos sistemas de tubos de lava bajo la isla. El tubo de La Corona, que se extiende casi 8 kilómetros, es uno de los más largos del mundo. Su prolongación submarina, el Túnel de la Atlántida, ostenta el récord de ser el tubo volcánico sumergido más largo conocido.
"La isla tiene algo magnético. En Lanzarote, la tierra te atrapa." - Rocío Romero, Guía turística
Estos tubos de lava no son solo maravillas geológicas, sino también ecosistemas vibrantes. En las secciones anquialinas del tubo de La Corona, los científicos han descubierto 77 especies, incluido el fascinante cangrejo galateido ciego (Munidopsis polymorpha), una criatura que no se encuentra en ningún otro lugar.
En la superficie, elementos como los jameos —claraboyas naturales creadas por el colapso de tubos de lava— y el árido malpaís suman belleza a la estampa más austera de la isla. El suelo volcánico, conocido localmente como picón, desempeña un papel vital en la agricultura. Su singular capacidad para retener la humedad ha permitido el cultivo en las condiciones secas de Lanzarote, sustentando desde productos básicos hasta los célebres vinos de la región de La Geria.
Más allá de su utilidad práctica, el paisaje volcánico de Lanzarote es un tesoro para la ciencia. Sus formaciones ofrecen valiosas claves sobre la actividad volcánica, la resiliencia de los ecosistemas y cómo la vida se adapta a entornos extremos. La isla es a la vez un prodigio natural y un recurso científico, con lecciones que trascienden sus costas.
Lanzarote - Tierra de 100 volcanes | A la sombra de los volcanes (5/5)
Cómo los volcanes moldearon la vida y las tradiciones locales
Los volcanes han dejado una marca imborrable en Lanzarote, modelando no solo su espectacular paisaje, sino también su cultura, tradiciones y modo de vida. Desde el folclore hasta la agricultura y el arte, los orígenes volcánicos de la isla están profundamente tejidos en su identidad, reflejando tanto la inmensa fuerza de la naturaleza como el ingenio de su gente.
Los volcanes en el folclore local
La historia volcánica de Lanzarote cobra vida en los relatos transmitidos de generación en generación. Una de las leyendas más perdurables es la del Diablo de Timanfaya, una figura mítica surgida de las erupciones de la década de 1730. Este personaje encarna la doble naturaleza de las fuerzas volcánicas: capaces de destruir, pero también de renovar. Las erupciones no solo transformaron el paisaje de la isla, sino que también trajeron nueva vida, ya que la ceniza volcánica (picón) enriqueció el suelo, creando terreno fértil para la agricultura. Para la comunidad local, estas historias reflejan un profundo respeto por la capacidad de la naturaleza para desafiar y sostener la vida.
La ceniza volcánica, en particular, es celebrada en el imaginario local como un regalo que permitió a los conejeros reconstruir y prosperar. Esta reverencia por los orígenes de fuego de la tierra no es solo simbólica: también es práctica, pues inspiró técnicas agrícolas innovadoras que convirtieron los desafíos en oportunidades.
Adaptación agrícola: los viñedos de La Geria
La comarca vitivinícola de La Geria es un testimonio del ingenio humano ante la adversidad. Tras las devastadoras erupciones, los agricultores se adaptaron al terreno cubierto de ceniza desarrollando un método de cultivo único que se ha convertido en una de las prácticas agrícolas más distintivas de Europa.
Las vides se plantan en pequeños hoyos, denominados hoyos, excavados en la ceniza volcánica para acceder al suelo fértil que hay debajo. Alrededor de cada hoyo, muros de piedra bajos (zocos) resguardan las plantas de los fuertes vientos alisios, al tiempo que atrapan la humedad y crean microclimas idóneos para el cultivo de la vid. El picón desempeña un papel clave, ya que absorbe el calor durante el día y lo libera lentamente por la noche, algo crucial en el clima árido de Lanzarote con precipitaciones mínimas. Este método no solo garantiza la supervivencia de las vides, sino que además da lugar a vinos con un carácter mineral único: un sabor que destila la esencia del patrimonio volcánico de la isla. La armonía entre naturaleza e innovación humana que se observa aquí también ha inspirado expresiones artísticas del espíritu volcánico de Lanzarote.
Volcanes en el arte y la arquitectura
La influencia de los orígenes volcánicos de Lanzarote se extiende al arte y la arquitectura, especialmente a través de la obra de César Manrique. Visionario artista y arquitecto, Manrique dedicó su vida a integrar la creatividad humana con la belleza natural de la isla, utilizando elementos volcánicos como tema central de sus diseños.
La antigua casa de Manrique, hoy la Fundación César Manrique, es un ejemplo elocuente de esta filosofía. Construida dentro de antiguas coladas, la vivienda conserva las burbujas volcánicas e las incorpora a su diseño. Otro proyecto icónico, los Jameos del Agua, transforma el colapso de un tubo de lava en un espacio cultural con auditorio, restaurante y piscina, todo concebido para realzar la elegancia cruda del paisaje volcánico.
El legado de Manrique va más allá de estas obras emblemáticas. Su defensa de la preservación de los estilos arquitectónicos tradicionales canarios ha influido en la normativa edificatoria, garantizando que las nuevas construcciones complementen el relieve natural de la isla. Los artesanos locales también continúan inspirándose en el paisaje volcánico, utilizando roca volcánica en esculturas, capturando el contraste dramático entre las lavas oscuras y los cielos luminosos, y diseñando estructuras cotidianas que reflejan siglos de adaptación a una tierra moldeada por el fuego.
Evolución económica: volcanes y turismo
Lanzarote ha experimentado una transformación notable, pasando de sus raíces agrícolas a convertirse en un destino de referencia para el turismo volcánico. Lo que antes suponía un reto para la agricultura tradicional se ha convertido en el cimiento de la economía insular, redefiniendo los medios de vida y reforzando su proyección internacional.
De la agricultura al turismo volcánico
Las erupciones del siglo XVIII alteraron profundamente el paisaje agrícola de Lanzarote. Estos fenómenos naturales obligaron a las comunidades locales a adaptarse, especialmente en zonas como La Geria, donde los agricultores idearon métodos innovadores para aprovechar el suelo volcánico. A pesar de su ingenio, la economía se mantuvo frágil durante años.
A mediados del siglo XX, el terreno volcánico de la isla empezó a verse con otros ojos. Este cambio de perspectiva estuvo fuertemente influido por el regreso de César Manrique, artista local y visionario. Él defendió la idea de abrazar el entorno volcánico en lugar de ocultarlo, promoviendo un modelo de turismo que respetase y celebrase la naturaleza.
La creación del Parque Nacional de Timanfaya en la década de 1970 marcó un punto de inflexión. Lo que antes era un territorio yermo se convirtió en un gran atractivo, mostrando la singular geología de Lanzarote y generando empleo en ámbitos como las visitas guiadas, la hostelería y la conservación. El turismo pronto sustituyó a la agricultura como columna vertebral de la economía insular, ofreciendo un abanico más amplio de oportunidades y abriendo paso a atracciones que ponen en valor la dramática historia volcánica de la isla.
El turismo volcánico hoy
Hoy, el turismo volcánico de Lanzarote ofrece una gran variedad de experiencias arraigadas en sus tradiciones. El Parque Nacional de Timanfaya sigue siendo uno de los grandes atractivos, con demostraciones geotérmicas y experiencias gastronómicas que utilizan el calor volcánico y cautivan la imaginación de los viajeros. Los más aventureros pueden explorar el terreno abrupto en rutas guiadas, mientras que los amantes del vino acuden a La Geria para recorrer bodegas que muestran sus singulares técnicas de cultivo y vinos impregnados de la riqueza mineral del suelo volcánico.
Además, la isla ha diversificado su oferta con spas y centros de bienestar volcánicos que aprovechan la energía geotérmica con fines terapéuticos. Los artesanos locales elaboran recuerdos únicos en piedra volcánica, y muchos restaurantes sirven platos cocinados con métodos tradicionales volcánicos, aportando un sello distintivo a la gastronomía lanzaroteña.
Este cambio desde una economía agrícola a otra impulsada por el turismo ha revitalizado Lanzarote. No solo ha creado un amplio abanico de oportunidades laborales, sino que también ha incentivado la inversión en infraestructuras y formación, garantizando que la isla siga prosperando mientras preserva su patrimonio natural y cultural.
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Vivir la identidad volcánica de Lanzarote: alojamiento rural ecológico
El auge del turismo volcánico ha abierto nuevas posibilidades para los viajeros que desean ir más allá de los complejos turísticos habituales. El alojamiento rural ecológico ofrece una combinación de comodidades modernas y vistas espectaculares del relieve volcánico de Lanzarote, todo ello en entornos naturales impresionantes.
¿Por qué elegir alojamiento rural ecológico?
Alojarse en un establecimiento rural ecológico permite a los visitantes sumergirse en el imponente paisaje volcánico de Lanzarote evitando los focos turísticos más concurridos. Estas propiedades promueven, además, el turismo sostenible, con diseños ecoeficientes como calefacción solar y sistemas de ahorro de agua. Construidas con materiales locales, permiten disfrutar de la isla de forma responsable. Los huéspedes contemplan panorámicas de cráteres milenarios y paisajes esculpidos por siglos de actividad volcánica, al tiempo que apoyan una distribución más equilibrada del turismo entre Playa Blanca, Puerto del Carmen, Costa Teguise o Arrecife. Un ejemplo destacado de este enfoque es Finca La Corona.
Finca La Corona: una escapada volcánica
Al pie del volcán de La Corona, Finca La Corona ofrece seis casas privadas, cada una con su propia terraza para disfrutar sin interrupciones del dramático paisaje volcánico. Los precios de la Casa Vista Risco, de un dormitorio, comienzan en torno a £114 por noche, mientras que las opciones de dos dormitorios están disponibles desde aproximadamente £132 por noche, con una estancia mínima de cinco noches.
Las viviendas, de entre 130 y 180 metros cuadrados, están diseñadas para el máximo confort, con piscinas climatizadas, zonas de barbacoa y cocinas completamente equipadas. Los huéspedes tienen acceso directo a senderos cercanos, lo que convierte a Finca La Corona en una base perfecta para explorar las maravillas volcánicas de Lanzarote.
Conexión con la naturaleza y relajación
Estos alojamientos ecológicos son mucho más que un lugar donde dormir: son una puerta de entrada a la belleza natural de Lanzarote. Los huéspedes pueden recorrer senderos que recorren la historia volcánica de la isla, desde antiguos campos de lava hasta formaciones más recientes. Imagina contemplar el amanecer sobre un cráter o disfrutar de un paseo vespertino mientras el paisaje se templa con la caída de la luz.
Combinando confort con una conexión profunda con la naturaleza, estos alojamientos ofrecen una forma única de descubrir cómo el legado volcánico de Lanzarote ha dado forma a su entorno y a sus tradiciones.
Conservación y protección en paisajes volcánicos
Las antiguas maravillas volcánicas de Lanzarote afrontan amenazas crecientes derivadas del aumento de visitantes y de los cambios ambientales, lo que hace de su protección una prioridad urgente. En respuesta, las autoridades locales y el sector turístico han puesto en marcha medidas para garantizar que estos paisajes perduren para las generaciones futuras.
Protegiendo el patrimonio volcánico
Para salvaguardar el singular relieve volcánico de Lanzarote, las autoridades locales han introducido medidas estrictas. El Parque Nacional de Timanfaya, establecido en 1974, protege una extensa porción del dramático paisaje volcánico de la isla. Dentro del parque y en otras áreas de conservación, los visitantes deben permanecer en los senderos señalizados. Este enfoque ayuda a preservar rasgos delicados como las lavas del Malpaís de La Corona, famosas por sus llamativas formaciones rocosas creadas por erupciones antiguas.
Fomentar el turismo responsable
Las empresas turísticas de Lanzarote están dando pasos firmes para reducir su huella ambiental. Muchos alojamientos integran ya energías renovables y tecnologías de ahorro de agua para minimizar su impacto sobre el frágil ecosistema insular. Por ejemplo, Finca La Corona es un referente de turismo sostenible al combinar métodos constructivos tradicionales con soluciones de energía renovable y ofrecer, además, educación ambiental a sus huéspedes. Se anima a los visitantes a adoptar prácticas sostenibles, como seguir los principios de Leave No Trace y ceñirse a los senderos establecidos.
Los esfuerzos por promover un turismo responsable van más allá de cada empresa. Las autoridades locales, las organizaciones medioambientales y el sector turístico colaboran para mantener las rutas de senderismo más populares, garantizando el acceso al tiempo que protegen los delicados rasgos volcánicos de la isla. Muchos negocios locales también contribuyen a la conservación mediante financiación y programas de voluntariado, reforzando el compromiso colectivo de Lanzarote con la preservación de sus paisajes extraordinarios.
Conclusión: la identidad de Lanzarote forjada por el fuego
Lanzarote es un ejemplo vivo de cómo las fuerzas volcánicas moldean no solo la tierra, sino también la vida y las tradiciones de quienes la habitan. A lo largo de 15 millones de años, la actividad volcánica ha hecho mucho más que esculpir paisajes dramáticos: ha contribuido a crear un modo de vida profundamente vinculado a los orígenes de fuego de la isla.
Las raíces volcánicas de la isla se entrelazan con su economía, desde los ingeniosos viñedos de La Geria —donde los viticultores han perfeccionado el arte de cultivar en suelo volcánico— hasta la pujante industria turística que celebra maravillas geológicas como el Parque Nacional de Timanfaya. Las comunidades locales han demostrado una notable capacidad de adaptación, combinando prácticas tradicionales con los retos y oportunidades que presenta su entorno volcánico. Incluso la arquitectura insular refleja esta relación, incorporando materiales volcánicos a sus singulares construcciones.
Hoy, Lanzarote sigue abrazando su legado volcánico mediante iniciativas de turismo sostenible. Lugares como Finca La Corona demuestran cómo el alojamiento ecológico puede coexistir con la conservación, preservando la belleza natural de la isla y ofreciendo a los visitantes la oportunidad de conectar con un entorno único. Este enfoque pone de relieve que el turismo no tiene por qué ser a costa del paisaje: puede contribuir activamente a su protección.
De cara al futuro, el reto de Lanzarote consiste en equilibrar crecimiento y preservación. Con el aumento de visitantes, la colaboración entre autoridades locales, entidades medioambientales y empresas turísticas se vuelve aún más crítica. Iniciativas como los principios de Leave No Trace y el cuidado de senderos son esenciales para que las generaciones venideras sigan disfrutando de las maravillas volcánicas de la isla.
La historia de Lanzarote es una historia de transformación: erupciones de fuego dieron vida a un paisaje que sus gentes han sabido asumir y celebrar. Su identidad volcánica, modelada por la naturaleza y el ingenio humano, ofrece lecciones perdurables de resiliencia, armonía con el entorno y conexión profunda entre las personas y el lugar.
Preguntas frecuentes
¿Cómo han influido las erupciones volcánicas de Lanzarote en las prácticas agrícolas, especialmente en los viñedos de La Geria?
Las erupciones volcánicas de Lanzarote cubrieron la isla con cenizas y lapilli ricos en minerales, creando unas condiciones sorprendentemente fértiles para la agricultura. En la región de La Geria, los agricultores idearon una solución ingeniosa para trabajar con este terreno único. Excavan hoyos en el suelo volcánico para plantar las vides y rodean cada uno con muros de piedra en semicírculo. Estos muros cumplen una doble función: protegen las vides de los fuertes vientos de la isla y ayudan a retener la humedad en un clima por lo general seco.
Esta técnica convirtió un paisaje volcánico áspero en una próspera zona productora de vino. Hoy, La Geria es célebre por su vino Malvasía, un testimonio de la fuerza de la naturaleza y de la creatividad humana.
¿Cómo incorporó César Manrique el paisaje volcánico de Lanzarote a su arquitectura y al turismo?
César Manrique desempeñó un papel clave armonizando el paisaje volcánico de Lanzarote con su arquitectura y su modelo turístico. Sus proyectos pioneros, como crear espacios dentro de cuevas de lava y burbujas volcánicas, mostraron la imponente geología de la isla al tiempo que preservaban su encanto natural.
Manrique fue un firme defensor del turismo responsable y del desarrollo cuidadoso, garantizando que sus creaciones trabajaran en sintonía con el entorno de Lanzarote. Sus esfuerzos no solo celebraron los orígenes volcánicos de la isla, sino que también ayudaron a definir su identidad, atrayendo a visitantes deseosos de vivir una conexión auténtica con la naturaleza.
¿Cómo protege Lanzarote sus paisajes volcánicos mientras recibe cada vez más visitantes?
Lanzarote adopta un enfoque meditado del turismo, procurando que conviva en armonía con el entorno natural de la isla. Reconocida como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, impulsa prácticas eco-conscientes como la gestión eficiente de residuos, la promoción de rutas en bicicleta y a pie, y el apoyo a alojamientos que priorizan el medio ambiente.
La isla también apuesta por un modelo de turismo regenerativo, que va más allá de la preservación al restaurar activamente sus ecosistemas naturales. Trabajando codo con codo con las comunidades locales y los distintos actores, Lanzarote protege sus asombrosos paisajes volcánicos a la vez que invita a los viajeros a disfrutarlos de forma consciente y responsable.
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